29 diciembre 2010

¿Demasiado rimmel?


Parece que me haya dado por el tema de los ojos… esos bellos comunicadores “no verbales”. Hasta ahora no había caído en la cuenta del potencial de estas piezas anatómicas de la visión. Tanto para cosas bellas como para otras que no lo son tanto, ni por asomo.

En este post, quiero advertir a las personas sensibles que dejen de leer  ¡ya!  puesto que lo que
veáis y leáis, entra dentro de un mundo al que no
me gustaría pertenecer, bajo ningún concepto.

Voy a enunciarlo como simple curiosidad, sin querer (al menos, por el momento) valorarlo o enjuiciarlo. Para eso tendremos, luego, los comentarios.

A simple vista, la foto no es más que un ojo al que le hemos aplicado un rimmel "gordote"...  Tal vez, no haya sido solo el exceso de rimmel, sino el rizador de pestañas que nos ha jugado una mala pasada... O ¿por qué no, un producto químico que nos las ha quemado?...

La explicación supera cualquiera de las cosas que imaginemos.

Esta idea se le ha ocurrido a una artista, de nombre Jessica Harrison y se llama "Fly Lashes". Para los que controlen el inglés, les irán sobrando los añadidos que incluya en el texto. Para los que no, explicaré de qué va esta nueva forma de "hacer arte"...

Consiste en utilizar las patas de mosca para hacerte tus propias pestañas, adhiriéndolas al párpado con un pegamento especial. (Y nos parecía raro los "ojiplatos" de hace unos días).

Aplicando un poco de zoom, lo veremos mejor:




Nuestra querida Jessica, de orígen británico,  ha creado moda y estilo. Bien seguro, que ya tendrá a un grupo de snobs que le aplaudirán cualquier barrabasada que se le ocurra.

No entro en valoraciones.




26 diciembre 2010

China "ojiplática". Belleza Global.


La fiebre por un cambio físico arrasa China, Japón y, probablemente al conjunto asiático, desde el año 2000, quizá desde antes. Miles de jóvenes acuden a los cirujanos exigiéndoles dobles párpados, narices más finas y labios más gruesos. Hay que lograr el éxito que asocian a tener una imagen más occidental. Aquellos párpados que cautivaron a Marco Polo están en decadencia. Ahora triunfan, en catálogo, los ojos-tipo Julia Roberts, Madonna o Sharon Stone. Los centros estéticos, con o sin licencia, están haciendo su agosto para dar a la Nueva China un aspecto “ojiplático”.

La operación cuesta menos de 300€ y dura unos 15 minutos, se practica sin anestesia para abaratar costes. Suelen realizarse en clínicas sin autorización, pero con slogan: “Hacemos 20 intervenciones al día, no se preocupen porque no hay problemas”.

Muchos de estos jóvenes quedarán dañados de por vida al ser intervenidos en pequeñas trastiendas con material, apenas desinfectado, con un poco de agua y jabón.



Es la última moda de la juventud urbana que forma parte de una generación de hijos únicos, consecuencia de las leyes antinatalistas. Hijos consentidos, individualistas y consumistas al más puro estilo USA.
Los mayores se preguntan ¿No estaremos copiando lo peor de Occidente?, precisamente lo que se trataba de evitar.  No sé, pero esto sería un paso más –creo que equivocado- hacia la globalización completa: “belleza global”  sacrificando la idiosincrasia de sus rasgos.

Pero, como siempre sucede, habrá quien sueñe con esos ojos redondeados y no pueda pagarse la operación. Para estas personas está el kit con pegamento incorporado: “Hágalo usted mismo”… Bueno, hay que ver el video porque no tiene desperdicio.



El video, me ha dicho Freaky Boy Hood que, es japonés… ¡Vamos que la moda se extiende por Asia!...


Si Marco Polo levantara la cabeza…


23 diciembre 2010

Feliz Navidad...


En este pergamino no caben los nombres de todas aquellas personas que han hecho posible mi "sueño" de escribir y ser leída, por eso no quisiera que ninguno se sintiera ignorado, únicamente es una cuestión de espacio.
  

Quiero, enviar mi primer gran abrazo a Sandra y el último, enorme, a Neuriwoman (el orden es solo una forma de ubicarles en el tiempo que venimos "platicando"). Entre ellas dos, estáis todos mis “nuevos amigos”…  
Para vosotros, mis mejores deseos para el 2011.


PD: Un abrazo especial a mi compañera y amiga Ana N. que está pasando una situación difícil y triste.

20 diciembre 2010

La mariposa y el gusano. Haiku.



En estos días he vuelto a recordar esos pequeños poemas japoneses denominados haikus, que tanto me gustaban tiempo atrás,  y ha sido gracias a una bloggera... La belleza y la magia que encierran en tan pocas sílabas me sigue sorprendiendo, aún ahora, después de tenerlos tanto tiempo olvidados. Éste era uno de mis favoritos. No sé qué reflexiones os traerá...
 
Vladimir Kushh








  
   La mariposa
   recordará por siempre
   que fue gusano

     (Mario Benedetti)












  

Para Neuriwoman, por hacerme volver el maravilloso mundo de los haikus…

15 diciembre 2010

Una reflexión sobre el silencio: "La pianista"

Aquella pieza interpretada por sus prodigiosas manos, sonaba especial.
Los ojos cerrados. Los cabellos claros recogidos en la nuca. La cabeza siguiendo las notas, dibujando las líneas del pentagrama con un compás marcado, en perfecta sincronización. Su nombre, Mary Louise Rock. Curioso apellido para una intérprete de música clásica.


libertad y belleza
Acudir a aquella audición había sido nuestro regalo de aniversario. Meses atrás adquirimos las entradas que, en tan solo unos días, se agotaron. Era tal la expectación, por escuchar a Mary Louise, que se dispuso su retransmisión por radio. El Auditorio fue habilitado para un gran número de seguidores pero quedó insuficiente, ante la descomunal demanda.

¿Qué hacía tan especial a esta concertista de piano?. Primero, la sensibilidad con que vivía la música. Segundo, por la porción de alma que ponía esta mujer en cada nota y tercero, porque éste sería su último concierto.

Tenía alrededor de cincuenta años y, desde los tres, estudiaba el instrumento a diario. Aún ahora, siendo una virtuosa, le dedicaba más de diez horas al día. ¿Por qué una mujer con tanto éxito iba a dejar la música? Quizá ya tenía dinero suficiente para vivir dos vidas sin tener que trabajar… Pero ¿dónde quedaba el amor a la música? ¿y las horas empleadas en llegar a ser la número uno?.

En los palcos y butacas nadie se movía. Los ojos fijos en el escenario. Silencio acariciado por las suaves notas que Louise creaba en su piano. Explosión de magia, hechizos y sentimientos de miles de personas y, dirigiendo esta sinfonía, ¡ella!: la mejor concertista de piano de todos los tiempos.
Una vez concluyó, se quedó inmóvil con los ojos abiertos mirando su piano. Ése que tantas satisfacciones le había dado. Le cayeron lágrimas. Inspiró con fuerza; cerró la tapa y se puso en pie frente al público… En ese instante explotó la emoción acumulada durante horas en forma de aplausos y gritos de ¡bravo!. La sala, en pie, le vitoreaba tan fuerte que Mary Louise se hubo de llevar varias veces las manos a los oídos… como si ello le doliera.
Quince minutos de aplausos y ovaciones, que la artista agradecía inclinando la cabeza y señalando con sus manos el corazón para, después, lanzarlo a toda la sala. Besó sus manos para, más tarde, con un soplido enviar el beso a todo el público congregado allí.

Louise pidió silencio en varias ocasiones, para dirigirse al Auditorio,  pero le resultó imposible enmudecer a tantos fieles. Con sus manos hacía lo mismo; intentaba silenciarlo… Poco a poco la sala fue quedando callada y ella tomó en sus manos un micrófono para despedirse de su público, al que tanto amaba y al que tanto debía.

“Buenas noches. En primer lugar ¡gracias!. Hoy es mi último concierto… No tenéis idea del dolor que significa para mí, dejar lo que ha sido mi vida desde que alcanzo a recordar…
Hace un año tomé una decisión y, ahora, ésto es la consecuencia de aquello.

Soy sorda desde los once años. He tocado el piano porque recuerdo todos y cada uno de los sonidos que emite. Cuando supe que iba a perder el oído lo estudié y lo memoricé todo… Y, creo, que no lo he hecho tan mal a juzgar por vuestros aplausos…”

De nuevo una ovación cerrada, atronadora, mayor incluso que la anterior. Nuevamente, el público en pie, ahora con los ojos vidriosos y una emoción espesa, extendida a cualquier recoveco. Los allí presentes, queríamos seguir escuchando el epitafio que Mary Louise iba a poner sobre su vida de pianista, pero le estábamos tan agradecidos por tantos años de placeres musicales que, realmente, era bien difícil mantenernos mudos.

Cuando, de nuevo, volvió el silencio prosiguió:

“Bien seguro os preguntaréis cómo fui capaz de interpretar música, e incluso componer, durante tantos años… Y la respuesta es bien sencilla: “porque no hubo nadie que me dijera que no podía hacerlo… que no iba a ser capaz”. Mis padres se limitaron a “dejarme hacer”. Y esto podéis adoptarlo como lección para vuestras vidas. (Silencio).

Hace años, la nostalgia por querer oír de nuevo el sonido de la música, me hizo visitar médicos que trabajan en “devolver el oído” y me operaron. Me implantaron un chip en el cerebro. Funcionó. Estoy feliz porque he vuelto a oír la voz de mis padres. He escuchado por vez primera la de mi marido y mis hijos… Pero mi oído no aguanta los sonidos que emite mi piano. Noto dolor, un dolor inmenso cuando lo toco. Por eso esta noche ha sido mi última noche.

Parece una ironía del destino… Operarme para escuchar la música y mi oído se encuentra tan dañado que ésta me hace daño… Me duele mi piano.

Sin embargo he podido oír a mis seres más queridos y oiré, cuando sea abuela, a mis nietos…

Gracias por todos estos años de felicidad”.

Así concluyó la noche de mi aniversario, con un sabor agridulce y una reflexión acerca del desconocido, para mí, mundo del silencio. La ausencia de sonido; discapacidad que pasa desapercibida para el común de los mortales pero que causa dolor y desatención, precisamente,  por su invisibilidad.


PD: Dedicado a una persona increíble que conocí hace dos años y me ha hecho plantearme muchas cosas nuevas en mi vida...

13 diciembre 2010

MGF: La mayor falacia contada sobre la pureza...


Waris nació en el desierto de Somalia algún día de 1967… En el desierto no hacen falta papeles ni inscripciones en ningún registro. Sus padres eran nómadas musulmanes y tenían un pequeño rebaño .

Días antes de cumplir los cinco años, su madre le dio doble ración de alimento y le explicó que le iban a hacer una cosa, que garantizaría su pureza, con el fin de que encontrara un buen marido. Una hermana mayor le miraba con pena, mientras un nudo se formaba en su garganta y le impedía hablar.
El día elegido vistieron a Waris de manera especial y se celebró una gran fiesta solo para las mujeres. Risas y porciones extras de comida para todas. Los hombres desaparecieron de la escena, porque el ritual era "cosa de mujeres".

Llegó el momento. Le tumbaron encima de una estera. Entre cuatro mujeres, le sujetaron. Su madre, la cabeza. Otras dos mujeres hicieron lo mismo con los brazos y las piernas abiertas y la cuarta mujer, con una cuchilla hizo el resto... ¡Había dejado de ser impura!.

Waris sufrió una infibulación; la forma más atroz de Mutilación Genital Femenina que consiste en la estirpación del clítoris y los labios menores y mayores. Tras el monstruoso acto hay un cosido de ambos lados de la vulva hasta dejarla prácticamente cerrada. Se deja una mínima abertura para la sangre menstrual y la orina. Será el marido el encargado de cortar ese cosido...

A los 13 años amañaron su matrimonio con un hombre viejo y huyó. Su padre había aceptado varios animales a cambio de la niña. Sola por el desierto de Somalia escapando de una boda impuesta... Llegó a Mogadiscio y trabajó como criada en casa de un familiar suyo. Años después es enviada a la Embajada de Somalia en Londres, también como criada.

Una guerra civil en su país de origen obliga a todos los miembros de la embajada a salir de Londres con dirección al país africano. Ella decide quedarse en Londres y buscarse la vida. Vive como indigente durante meses, durmiendo en el suelo y comiendo los restos encontrados en contenedores. Una mujer decide ayudarle y le encuentra un trabajo como limpiadora en una cadena de hamburgueserías. Allí un fotógrafo de moda la encuentra tan bella que le propone ser modelo.... Tenía 18 años.

Podría parecer un duro relato si no fuese porque se trata de una historia real... La historia de Waris Dirie. Top model de origen somalí que sufrió esta aberración.

A los 32 años, y en la cumbre de su carrera como modelo, habló por primera vez de la MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA (MGF), siendo este hecho escuchado por los medios de comunicación de todo el mundo.  Ese mismo año fue nombrada Embajadora especial de la ONU contra la mutilación genital femenina.  En 1998 salió a la venta su libro Flor del Desierto en cual habla, entre otras cosas, de su mutilación.

Esta práctica afecta a más de 130 millones de mujeres y niñas en el mundo, siendo cada vez practicada a una edad menor para evitarles sentir placer sexual. Y para conseguir que lleguen ... "puras al matrimonio"

Waris ha escrito varios libros. Confiesa que tardó en perdonar a su madre y en volver a visitarla en Somalia. En "Cartas a mi madre" díce:

 ".. Hay heridas que tardan en cicatrizar. El deseo de ver a mi madre de nuevo... olvidarla, fue intenso. Tuve que darme cuenta que el amor y el sufrimiento están muchas veces conectados..."

Hoy en día sigue dando conferencias por todo el mundo, siendo una activista comprometida. Y, como no quiero dejaros un mal sabor de boca, os diré que tras alguna operación se casó  enamorada y tuvo dos hijos. 

En la actualidade posee nacionalidad austríaca.

Para terminar quiero recoger una frase suya que, a ella, le sirvió para salir adelante:

" A mí, nadie puede ya dañarme, solo Dios"



11 diciembre 2010

Recuérda... me


“… Espero que recuerdes, aunque sea un minuto, lo que fuiste… lo que fuimos y me dediques un gesto, aunque mudo, para entender que continúas conmigo. Lo sabré entender y me ayudará a seguir adelante…”

Así terminaba la carta que Laly le había escrito a su amado Francisco.

La depositó en la bandeja, dónde le había preparado el desayuno.  Al lado, un sello comprado el día de antes en una antigua Filatelia, no en vano,  Francisco había sido buen aficionado al bello arte de coleccionarlos.
Allí esperó sentada en su butaca a que él, su primer gran amor, iniciara el protocolo de todos los días con las tostadas y el café. Sin palabras… Con la mirada perdida en la taza o en la cucharilla… En su mundo de ausencia…

Una gota de café salpicó el sello y una exclamación, apenas perceptible, hizo que Laly le escudriñara con esperanza. Francisco tomó el sello y se lo llevó al jersey para limpiarlo; lo miró; lo volvió a limpiar y se lo llevó a la cara para notar la caricia en su mejilla… Cogió la carta con ambas manos y, por primera vez en mucho tiempo, pareció que leía. Los ojos bajos siguiendo cada línea… de izquierda a derecha… de derecha a izquierda.

Paró. Se llevó la carta a los labios y, con los ojos cerrados, la besó. Levantó la mirada, como un niño asustado, buscando los ojos de la mujer. Ojos nublados,  inundados de líquido. Parpadeó y las lágrimas comenzaron a fluir…

Cruce de miradas que reflejaban el inmenso amor que se sentían.

Tendió su mano hacia ella y le dijo: “Te recuerdo y te amo, ¡te amo tanto!… que me duele  tenerte apenas por un instante…”. Un profundo beso selló el reencuentro de los enamorados.

Segundos de delicada lucidez en meses de silencio.  La enfermedad de Francisco les acababa de conceder un breve tiempo de ternura… suficiente para seguir adelante.


08 diciembre 2010

Caperucita Roja y el Lobo: La historia jamás contada.

Había una vez, en un bosque muy lejano, un lobo muy bueno que vivía con su mamá en una maravillosa cueva adosada (aunque de protección oficial), con parcela independiente. Siempre estaba canturreando, saltando y jugando con los demás animalillos de su urbanización. Era un buen chaval que ayudaba a su madre en todo lo que ésta le pedía.
Un buen día, cuando llegó a su cueva, encontró a su madre herida en una pata...

   -¡Ay!, ¡qué dolor más grande!. ¡Ay!
   -¿Qué pasa mami?.
   -Me he hecho daño en la pata, cuando iba a casa de tu abuelita con estas galletas recién horneadas que le había preparado... ¡Me duele mucho!..
   -Tranquila mamá, salgo corriendo a pedir ayuda a la Señora Zorra...
   -No, hijo, no...  tienes que ir a casa de la abuela porque me está esperando y se asustará si ve que anochece y no llegué...
    -Está bien, ¡ya soy mayor y puedo ir solo!...
    -Hijo, ¡por favor! , ten mucho cuidado en el bosque porque hay muchos peligros. ¡No te entretengas con nadie!, ¡no hagas como tu padre!...  recuerda lo que le pasó. Anda raudo porque pronto se echará la noche...

Y así, este lobito bueno, se dispuso a emprender el camino. ¡Qué contento estaba de poder ayudar!. Nunca había hecho solo el camino pero conocía cada piedra y cada árbol que había en él. Por el camino, iba recogiendo florecillas para hacer un bonito ramo de flores silvestres para su abuela. De pronto, de entre unos matorrales, salió una joven vestida toda ella de rojo...
   
    -¡Hola!, ¿quién eres?... ¡nunca te había visto por aquí! -preguntó el lobito-
    -Soy Caperucita, Caperucita Roja, la chica más popular de los alrededores. Todo el mundo me conoce. ¿De dónde sales tú,  para no saber de mí?.
    -De mi cueva. Voy a casa de mi abuelita para llevarle estas galletas y ...
    -Bla, bla, bla... conozco la historia, ¡calla, calla, que me aburres!. ¿Tienes algo para "tomar"?
    -Solo llevo unas galletas que hizo mi mamá y estas flores.
    -¡Cielos! amapolas... Me servirán para hacerme una buena infusión... alucinógena ¡ja,  ja,  ja!.
    -Puedes quedártelas, Caperucita, pero yo...  me tengo que marchar.  
    -Espera, espera, ¡no tan rápido chiquitín!. Hace años que no me divierto con un lobito...

La joven se llevó los dedos a la boca y emitió un agudo silbido. Tras él, comenzaros a salir otros chicos de entre los arbustos y la maleza. Rodearon al asustado lobo que, aunque quiso zafarse, tenía cerradas todas las salidas.
 
Comenzó una rueda de zarandeos al compás de insultos y risotadas, en una sinfonía macabra compuesta por la "dulce" Caperucita. Tras el acoso inicial,  siguió una pedrada, y luego otra, y otra más...  Lobito se tumbó en el suelo protegiendo la cabeza con sus patas y temiéndose lo peor.

En ésto Caperucita, que ya se había "fumado" algo que llevaba escondido, en un bolsillo oculto de su caperuza,  y tomado su infusión de amapolas, exclamó:

    -Tíos, ¡let´s go!, dejad al mamarracho ese y venid aquí a probar ésto... ¡Cómo flipa! ¡Séptimo Cielo!.

El resto de la "gran manada de borregos" siguieron a su líder para planear nuevas correrías y, entre risas, se alejaron, dejando al maltrecho lobo tirado en el suelo.

La historia hubiera acabado aquí si no hubiera sido por la aparición del Guardabosques. Éste estaba haciendo su ronda cuando se percató que un pequeño lobo estaba malherido en el suelo. Se acercó y le reconoció, de inmediato. Era el hijo de Feroz. Ya sabéis aquél que, según la leyenda, se comió a la abuela de Caperucita y al que llenaron la tripa de piedras... Aquél pobre lobro que, en realidad,  fue víctima de una expeculación inmobiliaria para expropiarle sus terrenos  y construir un campo de golf. Aquél que fue condenado sin un juicio previo... ¡Vamos! que el señor Guardabosques, conocía al muchacho y le tenía unas "ganas" tremendas a Caperucita.  Fue ella, parapetada en su aspecto angelical,  la que urdió todo el plan... De todo ésto tuvo conocimiento por fuentes bien informadas.

    -¿Quién te ha hecho ésto? -preguntó al lobo mientras llamaba por su walkie a emergencias-
    -Ha sido Caperucita... Roja.
    -Tranquilo, muchacho. Todo va a ir bien...

Le preparó un confortable lecho con su zamarra y partió en busca de la "desalmada". No tardó en encontrarla, a ella y a su pandilla, por el rastro que iban dejando de botellas, suciedad y destrozos medio-ambientales y ¡cómo no!,  por el "colocón" que llevaban que les impedía caminar.

Bueno, y resumiendo, fue detenida y pasada a disposición judicial por agresión física y maltrato psicológico; por posesión de drogas; por triplicar la tasa de alcohol permitida; por hacer apología de la violencia y por incitar a terceros a cometerla; por hacer graffitis en todos los árboles que estaban en su camino y por destrozos en el mobiliario urbano y en el paisaje...

    -No sabes las ganas que te tenía... Pasarás unos años en la sombra, ¡preciosa!... 

Y ¡colorín... colorado...!

¿Why?

 ...Porque fue uno de los cuentos que nunca me creí por completo: una niña vestida de esa manera para ir por el bosque y ¡sola!.
Porque ni todos somos tan buenos, ni tan malos.
Porque no siempre las cosas son lo que parecen.
Porque vi muchos documentales de Felix Rodriguez de la Fuente y me hicieron pensar en lobos.
Porque en esta historia, como en muchas otras, nunca escuchamos el relato de los hechos ni la opinión del lobo.
Porque no tuvo un juicio justo.
Porque fue víctima de un linchamiento...
Por eso ¡quiero desenmascarar a Caperucita Roja!, de una vez por todas...



PD: Dedicado a P.K 1976 con el fin de arrancarle una sonrisa.   

03 diciembre 2010

Jhony 20


Mi nombre es 20, Jhony 20, y no recuerdo dónde nací. Lo que sí sé es que no me queda mucho tiempo.

He viajado largo rato por el mundo; cruzado fronteras en varias ocasiones sin mostrar nunca mi identidad, nunca fue necesario; he paseado al lado de chicas maravillosas y he compartido sábanas con ancianas solitarias.

Me vi involucrado en un asunto turbio relacionado con drogas. No era la primera vez. Recuerdo una tremenda reyerta por unos gramos de coca... En ese escenario estaba yo, impasible, como un tipo duro y frío, casi diría, valiente y altivo ante la situación. Ese día había salido "a pillar algo" con Alex, un gran "cabeza loca",  empeñado desde chico en complicarse la existencia. ¡Con la buena vida que habría podido llevar!...

Tras la tremenda trifulca, me separé de él. No tengo grandes recuerdos de lo que ocurrió después porque, creo, que iba un poco "puesto".
Después de muchas vueltas, recorriendo bares de copas, conocí a Graciela; hermosa mujer. Trabajaba en la calle y alquilaba su cuerpo al mejor postor.

Esa noche decidió acabar temprano y nos retiramos a su casa. Y digo "nos" porque me fui con ella. Entró en su casa descalza, con sus zapatos en las manos y sin hacer ruido. Se dirigió al lavabo. Le observé mientras se desmaquillaba los ojos con un aceite de baño barato, de esos que se utilizan para los niños. Se quitó la ropa de trabajo y se dirigió hacia una pequeña habitación donde un pequeñito soñaba en su cuna. Se acercó a su carita y le besó con ternura. Comprobó con los labios la temperatura de su frente y respiró profundo. Creí ver lágrimas en sus ojos, aunque pudiera ser el aceite que se acababa de aplicar. Al lado, una mujer  dormitaba su cansado cuerpo en una silla.

    -Buenas noches, Laura. ¡Venga, despierte y vaya a su casa que es tarde!  Aquí tiene su dinero...
    -Gracias señorita Graciela.

Acompañé a Laura. Era tarde y no le iba a dejar sola. Su casa era apenas una habitación en un "chamizo" que compartía con tres niños. La estancia se componía de dos colchones, una mesa con cuatro sillas y dos maletas (curioso mobiliario). Cuando llegamos una niñita de siete u ocho años se levantó descalza y se abalanzó al cuello de la madre, besándole con amor.

     -¡Qué bien que has venido, mamá!.
     -Venga, bonita ¡a dormir!. Tienes que descansar ángel... Solo díme ¿cómo se portaron los niños?
     -Muy bien, mamá. No te preocupes...

Laura se quedó dormida abrazando a su ángel, porque así era como llamaba a la niña. Observar esta escena me enterneció, lo confieso.

En pocas horas amaneció. Laura se levantó con un "sigilo sacramental" para no despertar a sus hijos. Quería que ese día fuera especial porque su pequeño Manuel, cumplía tres años. Iba a comprarle una tarta y un regalito y lo celebrarían todos juntos, en familia. Desde hacía algún tiempo no podía dar mucho a sus hijos; ni siquiera tiempo. Las cosas le fueron mal y hubo de dejar su modesta casa y huir con sus tres hijos, de su marido... Vivían, practicamente, escondidos en esa habitación, de la que solo salía para "echar una horillas" limpiando casas o cuidando niños y ancianos. Pero se había jurado que las cosas iban a cambiar..

La tarta para sus hijos ¡no iba a faltar ese día!.

Perdí la pista de Laura en la caja del Super, pensé que me había dado esquinazo. Allí una cajera se fijó en mí. Me sentí casi halagado que, entre tantos, se fijara precisamente en mí...
      -Míra, Clara ¡qué viejo!... Hmm, habrá que dárselo al encargado... está tan deteriorado.
      -Sí, pero míra, observa, alguien escribió su nombre en este billete de 20€... "Jhony ... 20".




Porque sí, eso es lo que soy, solo un billete de 20€ ... Pero,  ¡con mucha imaginación!.

Ya dije, al principìo, que sabía que no me quedaba mucho tiempo porque uno, se da cuenta de estas cosas, máxime cuando se emiten campañas de recogida de billetes muy usados para restituirlos por otros más nuevos. Son cuestiones de sanidad... Lo entiendo.

He viajado, he vivido y he pasado por tantas manos y tantas carteras, que podría escribir un libro. Ésto de ser un cuenta-cuentos, quizá, lo pensé demasiado tarde. Ahora sólo os dejo la historia de mi último día y, como epitafio, el nombre que alguien escribió, una vez, en rojo, para mi:

Jhony 20


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