27 octubre 2011

El libro II.


Los días siguientes se convirtieron en un ir y venir de policías que no concluían de tomar huellas, ni de hacer preguntas. “¿Notó algún cambio en su comportamiento?... ¿discutieron?... ¿sabe si había dado por finalizada alguna relación sentimental?... ¿tenía pareja?... ¿es conocedora de que tuviera algún problema con alguien de su entorno?...”.
¡No, por Dios!... Si todo era...  Si todo parecía perfecto…
Por primera vez en muchos años, Julia, se sintió muy sola. No era  capaz de entender qué era lo que había pasado y sufría por no haber intuido aquello que pasaba por la cabeza de su hija. Perdió la color, el apetito y el sueño y era, únicamente, al acercar el libro contra su pecho, cuando sentía consuelo y descanso. Así, abrazada a ese montón de hojas en blanco, había encontrado la forma de conseguir cerrar los ojos, descansar e incluso soñar… algo que, desde hacía mucho tiempo, no lograba.
Una tarde de lluvia, varios meses después de la desaparición de su hija, sintió la necesidad imperiosa de abrir el libro en busca de alguna pista; algo que hubiese pasado desapercibido para la policía. Y allí mismo, en una página cualquiera del libro, dejó caer una lágrima... 
Entonces, y como por arte de magia, empezaron a surgir letras que comenzaron a formar palabras que, a su vez, iniciaron frases… para dar paso a una historia que se iba escribiendo al ritmo que ella marcaba con su vista, con el único compás con el que era capaz de leer… despacio, muy despacio.


Atrapada por la "magia" del libro fue descubriendo la crónica de una aldea increíble; construida al otro lado de una cascada; preservada del mundo. Un sitio especial, sin contaminar, dónde se fueron recluyendo seres que conservaban íntegro el poder de sus sueños; individuos que, aún habiendo sido muy desgraciados, seguían teniendo esperanza; soñadores; titiriteros; magos y personas de todos los lugares del planeta que, por uno u otro motivo, habían deseado en algún momento de sus vidas, desaparecer.
Conoció a Luján, el primer habitante del paraje y un gran conversador. A Camelia, una sanadora de almas excepcional. A Diego, una especie de titiritero que pasaba horas ideando bailes y juegos... Conoció a Rayo, el guardián de las nubes. A Roque, el reparador de sueños rotos; también a Luz, la compositora de cuentos, una joven discreta que encontraron desvanecida a orillas del lago. A  la sin par Gabriela, ejemplo de lucha y superación, que había conseguído volver a caminar... e incluso volar.
Eran una gran familia, donde cada cual tenía reservado su lugar, su función y su sitio.
Conoció a decenas de personajes maravillosos, con historias fascinantes de superación personal. Por primera vez en su vida entendió lo que era disfrutar de la lectura; se acordó de su hija y lamentó no haber compartido mucho antes, el gusto por los libros.
Día a día, iba buscando un huequito en sus tareas para irse sumergiendo en las historias fascinantes que ocurrían en la aldea de Luján…
El tiempo, en los libros, camina de forma diferente a lo que lo hace en la vida real. Lo que se cuenta en un capítulo puede ser la narración de un tiempo muchísimo más largo… Al acabar ese verano, Luján y la joven cuenta-cuentos, habían decidido formar una familia y la aldea se vistió de fiesta. Ese día, cada cual había realizado su trabajo con precisión, y la decoración era propia de un cuento de hadas. Una plaga de colores y olores para agasajar a los enamorados...


Julia, hizo lo propio y se engalanó para la ceremonia con su mejor traje... Incluso se atrevió a pintarse un poquito los ojos y aplicó brillo rosado en sus labios. Ese día estaba pletórica por seguir leyendo en qué terminaba la historia de unos personajes desconocidos, que se habían colado en su vida.
Se sentó en su sillón; se puso sus gafas para vista cansada; un cojín en las lumbares; piernas en alto con su mantita del pirineo y ¡a leer!...
En apenas unas semanas había entrado a formar parte de una comunidad, que vivía en un mundo paralelo, al otro lado de una cascada y, por un momento, sintió el deseo de aparecer en ese "otro lado" para, incluso, felicitar a los recién casados. Pero ella, no podía permitirse abandonar su lugar y su tiempo… ¿y si su hija volvía?
Luz, la novia compositora de cuentos de la aldea de Luján; la joven discreta que encontraron maltrecha a los pies de la cascada se dirigió a todos los presentes  para hacerles partícipes de lo feliz y desgraciada que era al mismo tiempo. Feliz, al haber encontrado el lugar donde la magia y los sueños son protagonistas y triste, por haber dejado al otro lado al ser más maravilloso y especial que había conocido en su vida: su madre…
Julia, tenía los ojos inundados de lágrimas por aquella muchacha y, de nuevo, sintió el deseo de estar a su lado para abrazarla, pero… no podía ser. Ella debía estar en su sitio, en la casa de su hija, aguardando su vuelta…

En ese preciso momento el tono del libro cambió para convertirse en algo más personal… Un “mea culpa” entonado de pie y ante todos.  La joven Luz, pidió perdón por haber actuado de forma tan egoísta hacia su madre a la que no tuvo en cuenta cuando cerró los ojos y decidió firmemente desaparecer de un mundo que le agobiaba. Ahora, en un día que se suponía muy feliz, no podía tirar hacia adelante; la pena y la culpa eran demasiado pesadas… Miró a Luján y a todos los aldeanos y llorando se dirigió hacia la cascada con el ánimo de deshacer el daño causado. Todos sus convecinos entendieron.
¡Noooooo!, no lo hagas niña –gritó Julia desde el sofá de su salón- ¡No lo hagas, muchachita!  Ahora no…
Los lugareños no podían creer lo que estaban viendo sus ojos… La gran ceremonia malograda…  La joven Luz, apagada y convertida en una novia a la fuga…  Y lo más sorprendente, a una desconocida mujer, vestida de fiesta que, apresuradamente corría tras ella, gritando…
Cuando consiguió darle alcance y se encontraron frente a frente, tras el asombro inicial, se produjo la gran explosión de risas, llantos, abrazos, perdones, mocos y besos… Ahora cada cosa estaba en su lugar y todos estaban en su sitio... El círculo se acababa de cerrar. Y el sillón había quedado vacío.







Y colorín, colorado esta historia ya sí se ha acabado.


22 octubre 2011

El libro.


Desde su más tierna infancia había degustado el sabor de la lectura. Primero fueron cuentos para colorear, le siguieron otros con historias de princesas y hadas. De ahí saltó a las novelas para adolescentes; los últimos best-seller; ensayos; libros de historia… Se convirtió en una devoradora insaciable de cualquier texto que cayera en sus manos.
Por eso cuando sentada en un banco, se percató de que a su lado había un libro olvidado pensó en echárselo al bolso, con el mayor disimulo posible. Fue su buena educación la que le hizo ponerse en pie e ir preguntado a todos los que se encontraban en las proximidades, si el libro era suyo. No había dueño, por lo que se acababa de convertir en la propietaria del tesoro encontrado.


No conocía el libro… y eso para una lectora tan promiscua era poco menos que un delito. Escudriñó la portada buscando el título. Nada. Allí solo se encontraba la fotografía de una cascada, en un lugar que le pareció muy atrayente. No había datos del autor, ni fecha de impresión, ni editorial, ni siquiera un triste prólogo… Nada. Únicamente 600 páginas de lectura dispuestas a ser engullidas.
Mmmm… saboreó las primeras líneas mientras se dirigía a casa en autobús. La historia prometía y ella iba a estar a la altura de unas palabras que le estaban atrapando desde el comienzo.
La llegada al hogar no era diferente a tantas otras en que abría la puerta sin poder dejar de leer el libro que, en cada ocasión, traía entre manos. Su madre, mujer tan acostumbrada al ir y venir suyo, con total concentración en las palabras  “no le echaba cuentas” si al entrar en la casa no le hacía más que un gesto con la cabeza, a modo de saludo…
La voz era tan susurrante… “acércate a mi y no temas”… “ven conmigo”… 

...“La cena está lista en la mesa, ¡vamos!... ¡a cenar!”… 
Palabras que, por boca de su madre, le sacaron del trance lector en el que estaba sumida. ¡Voy mamá, un minuto…!. “¡Ahora vuelvo, amor mío…!”
Una cena rápida con disculpas incluidas. 
Allí, en la mesa le contó a su madre lo que le había ocurrido con ese libro tan especial. Le hizo partícipe de la maravillosa historia que estaba viviendo y, con un bocado aún en la boca, le besó y se despidió, ansiosa de seguir la lectura…
La madre, que entendía tan bien los gustos de su hija, asintió con una sonrisa…
    -“¿Mañana a las 7?”…
    -“Sí, gracias mamá”...
El despertador marcaba las 7 cuando la madre, desde su cama, comenzó a “tocar diana”...

… Las 7, perezosa… ¡Te has quedado frita!… “Espabila que te voy preparando el desayuno"…

Tras diez minutos sin ningún tipo de respuesta, la mujer abrió la puerta de la habitación de su hija. No había nadie. Solo alcanzó a ver un libro entre las sábanas de la cama... probablemente el mismo que, un día antes, reposaba en un banco. Lo tomó entre sus manos intentando entender qué era lo que había pasado...

No había título, ni datos del autor, ni fecha de impresión, ni editorial, ni siquiera un triste prólogo… Nada. Únicamente un montón de páginas en blanco
En la portada tan solo una atrayente cascada formando un pequeño lago, y una chica que  caminaba hacia ella, como hipnotizada...



17 octubre 2011

Gracias por aguantarme un año


Hace un año, un día tal como hoy, 17 de octubre me lancé al mundo virtual, éste que compartimos todos los que paseamos por aquí.


Fue emocionante, sin demasiados conocimientos, ir eligiendo plantillas, widgets, gadgets, fotos y todos los accesorios que lleva un blog. Le dediqué horas, yo diría que muchas, hasta conseguir el aspecto que hoy tiene y, una vez listo, ¡a publicar!. 


Comencé conmigo misma de seguidora, porque no era plan de dejar el hueco de seguidores vacío, luego se fueron incorporando otras personas que ya son mis amigos virtuales.
No puedo celebrar este primer aniversario sin recordar a Sandra, de “Marea de Emociones”, mi madrina. 
Ni a Guille,  entrañable argentino. 
Ni a la mejor bloggera de tod@s, mi queridísima Neuriwoman, una gran persona, con una mente privilegiada y una buena amiga. 
O a Ángel, mi primer crítico y una excelente persona.
También a Carlos que, desde su Málaga, acudía y me dejaba comentarios inmensos cargados de ternura y tintes solidarios… 
A una artista del glamour, Miss Gretillas, que además es muy cariñosa y generosa siempre conmigo.  
Acróbata, ¿qué decir?, es un ejemplo para mí de cómo debe ser la buena gente, y sería una de las personas en las que podría confiar a ciegas.
ESPE, Pencies, adorable hasta decir “basta”.  
El Mirlo, que se acaba de convertir en mi “musa”, con una debilidad: las matemáticas. 
Mi adorada Campoazul, con la que me encanta conversar  y con la que tengo pendiente un café…  Jolín, son tantos a los que debo agradecimientos que temo que alguien se me escape…
Conocí a Bruni, Rombo, Ana Pepinillo, Evy, Sor Cecilia, Julia Velayorga, Ricard, Julio Escamilla, Uxue, Garcibáñez, Goyo, Tony, Men… Y tantas y tantas personas que no puedo mencionar por falta de espacio.
En los últimos tiempos  han entrado en mi vida tres grandes relatistas: Ximens,  me encantan sus "críticas" ; Nicolás Jarque, genial y Rosa, breve e intensa. Gracias también.
Este mundillo también tiene su aquél. No todo ha sido  “Flower Power”,  he encontrado a personas que se te cuelan en la vida, y de la noche a la mañana desaparecen… Cuando luego intentas entrar en su casa a comprobar si les ha ocurrido algo, un portero de blogger te impide el acceso diciendo que no estás invitado

No todo es “paz y amor”; también hubo una “peleílla” con una persona que se molestó por un post sobre las modas que vienen de Asia. Bueno, la sangre no llegó al río, pero sí me disgustó un poquito...

De todo, en un año mágico.
Gracias por aguantarme un año que, en visión retrospectiva, se me ha pasado volando... Por lo menos a mí.


Para que no se aburra tanto el pequeñín, voy a cambiar la foto de mi perfil por una que me encanta... 


11 octubre 2011

Diana Segunda (el desenlace).


Relatar lo que aconteció en los días siguientes se podría resumir en dos palabras: “se enganchó”.
Paulatinamente fue descuidando su vida social, las cervecitas tras acabar el trabajo con sus compañeros, sus salidas con amigos y a su chica. En lo único que pensaba era en llegar a casa, tomar una duchita rápida y sentarse a charlar con Diana Segunda que, día a día, se reinventaba tan solo para él… Un nuevo peinado; atrayente maquillaje; explosiva lencería… un despliegue alborotado de sensualidad, únicamente para deleite de sus sentidos.


Estos cambios repentinos en su actitud fueros advertidos por todos aquéllos que se encontraban próximos, tanto que, poco a poco, su círculo de amigos más cercano le fue dando la espalda.
Una noche en la que,  joven y teléfono, estaban inmersos en una conversación con marcados tintes eróticos, sonó el teléfono… Al otro lado de la línea, Diana, la novia.
¡Qué fastidio! –pensó Darío- ¿Qué querrá ésta ahora?...
No hizo falta nada más. Diana, la Segunda, se hizo cargo de la situación. Emulando la voz de Darío, atendió de muy mala gana la llamada; despidió groseramente a la enamorada y colgó...
Una risotada a dos voces llenó toda la estancia y el juego erótico de ambos continuó en el mismo instante en el que les interrumpieron… Cuando le tuvo en un punto álgido de excitación, con una voz de quien se sabe controladora de la situación, Diana Segunda pidió algo a Darío…
            -…lo que sea… pero ¡no pares ahora!…
            -… quiero ser tu chica… nunca más la segunda… solo, Diana… tu chica, la única.
            -… la única… pero, sigue ¡por favor!... eres la única…
Con la luz del día y con la cabeza más fría se sintió avergonzado de lo ocurrido la noche anterior. Había practicado sexo, guiado por una experta interlocutora virtual y, lo que era aún más grave, había consentido que un “electrodoméstico” hablara por él y fuera descortés con su novia . Paseando solo, comenzó a tomar conciencia del absurdo enganche en el que estaba sumido con su móvil y decidió finiquitarlo...
Aunque Diana, el smarphone más inteligente del mercado, tenía otros planes para su primer mes juntos. Le tenía preparada una gran sorpresa, la mayor de toda su vida.
Al llegar a su casa quedó espantado de lo que vio. Todo decorado de velas y pétalos de rosa y la mesa con dos servicios… ¡Cena romántica para dos!... Pero ¿c-ó-m-o?... ¿Cómo un teléfono móvil habría ideado aquel macabro escenario?... y ¿cómo lo pudo llevar a efecto?...


Darío corrió hacia el baño y se encerró en él, sofocado, tembloroso y muy asustado. ¿Se estaría volviendo loco?. Abrió el grifo del lavabo y se empapó la cara, mientras se miraba en el espejo. Estaba ojeroso y demacrado, lo que era normal debido a las pocas horas que dormía en los últimos días… Pero esto, debía terminar ¡ya!.
Al otro lado de la puerta, Diana, reclamaba su atención… “¿Vienes, cariño?”... ¿No habrás olvidado nuestro primer aniversario, amor?...
Darío sintió ganas de vomitar; tomó aire y salió dispuesto a terminar la historia de una vez por todas…
Cogió en móvil en sus manos y pulsó la tecla On-Off para apagarlo y extraer de sus entrañas la maldita tarjeta. “¿Qué haces, Darío?”… Na -nada…nada… 
...¿Nada?... ¿Qué estás haciendo?...
Al súper smartphone no le hizo falta mucho más para entender la situación… Ese mal nacido de Darío quería deshacerse  de ella y,  eso,  no lo iba a permitir. Había tardado muchos días en prepararle su gran sorpresa… Fueron suficientes un par de descargas eléctricas para dejarle tumbado. La situación estaba clara: o ella o él y la respuesta aún más clara: ELLA.


Cuando Darío despertó, se encontró atado y amordazado. Frente a él un espectro… ¿Qué estaban viendo sus ojos?... Diana, el avatar creado por él, en tamaño real; un holograma en 3D que fumaba un cigarrillo mientras le observaba. 
Ella, hermosa y fuerte y él, un hombre indefenso y, a cada minuto, más frágil. En ese momento entendió la situación y abandonó la lucha… ¿Cómo iba a pelear contra un software de esas características?. Un software que se nutría, día a día, poco a poco de su energía vital… Y que ahora, la quería TODA…de una vez.
Días después, Diana, la novia buena, la despechada, se presentó en casa de Darío, alarmada por los días sin noticias, y se encontró "de bruces" con el desolador panorama… Darío, muerto en un lecho cuajado de pétalos marchitos de rosa…A su lado, en la cama, tan solo un teléfono móvil....



.../... Últimas noticias.../...:
“La Agencia Estatal de Radiocomunicación y Tecnologías de la Información avisa que el Smartphone PET- 37G debe ser retirado del mercado porque su software puede ser potencialmente peligroso para la salud. Acuda a su distribuidor más próximo y le será reembolsado su dinero”
 

09 octubre 2011

Diana Segunda.


Darío quería que este aniversario fuera algo especial, no en vano había pasado toda la noche esperando en las puertas de unos grandes almacenes, a que se pusiera a la venta el nuevo modelo de Smartphone, el más inteligente del mercado. Lo último en tecnología para su querida Diana, la chica que había entrado en su vida como un rayo de luz. Hubo de rascarse muy a fondo el bolsillo, pero la ocasión bien lo merecía… 
Cuando, ¡por fin!, abrió el pack en su casa y sintió el tacto del móvil entre sus manos, se consideró el hombre más afortunado del mundo. Le extrañó que no hubiera libro de instrucciones, ni cable de corriente o para conexión USB, aunque ausencias tan banales ante tamaña ingeniería eran eso, banales.

Introdujo su tarjeta SIM para hacer las primeras pruebas de funcionamiento. Una interfaz intuitiva le fue guiando en las configuraciones. Tonos de llamada, marcación por voz, respuesta también por voz, ¡la hostia!, perfil de usuario, navegación por redes sociales, autonomía indefinida… ¿Autonomía indefinida?. Sí, sí, el móvil no necesitaba cargarse a la corriente eléctrica. Por un sistema de transmisión PET, "power energy transfer", el aparatejo era capaz de capturar del usuario la energía necesaria...


Un último paso, personalizar la apariencia con la elección de un "avatar", un nombre, y estaría listo. 
Fue eligiendo primero el sexo; por supuesto, femenino y después el color del pelo, los ojos, las medidas, el estilo y aficiones… y por último el nombre: Diana, como su chica. Un mensaje de voz desde el otro lado del teléfono: “El nombre de usuario se encuentra ya registrado, elija otro por favor”…  Hmmm, no podía ser otro, por lo que pensó en “Diana Segunda” y se dispuso a teclearlo en la pantalla táctil… No hizo falta terminar de escribir, un nuevo mensaje de voz le confirmaba que la configuración inteligente acababa de ser realizada con éxito. En ese momento, en la pantalla apareció el rostro de ella, Diana Segunda, un "bomboncito", que le daba la bienvenida… 
Pasaron las horas... siete, ocho o quizás diez, hablando con Diana Segunda. Digo bien, hablando, porque tras las configuraciones y ajustes precisos, el teléfono no solo le hablaba sino que era capaz de mantener una conversación coherente... Era alucinante poder charlar de fútbol, de la Bolsa, de la crisis, de la amistad, del amor y ¿por qué no?, de sexo…
Cuando miró su reloj, viendo el tiempo que había pasado, decidió apagarlo, sacar su SIM e introducirlo en su cajita roja. Entonces le pareció escuchar que un sonido, como un gemido o un suspiro, se escapaba del aparato. Sorprendido, aún más si cabía, miró al rostro que aparecía en la pantalla observando perplejo como Diana Segunda,  tras un lento parpadeo, dejaba brotar una lágrima de sus ojos…


¡Ostras!, no se lo podía creer… Además de inteligente, ¿era capaz de sentir?... Esto ya era “de locos”…
Como si de una charla entre amigos se tratase, y en un acto impulsivo, le consoló diciendo: “Tranquila Diana, que tú te quedas aquí”…


(continuará)

04 octubre 2011

Los "chuha" o cabezas de rata

(Fuentes: varios artículos de internet)

Gujrat. Pakistán. Santuario de Shah Daula, a 100 km. de Lahore.


 
Una joven, aún con cara de sueño, está sentada en el suelo. En sus manos, una vieja caja de madera para donativos. Se balancea hacia atrás y hacia delante, mientras Ali Raza, su protector y centinela del mausoleo, abre el  portón que protege la tumba del santo sufi del siglo XVI.


 
Nadia tiene 25 años, aunque parece una niña por el tamaño del cuerpo. La cabeza es más pequeña de lo normal y el rostro está marcado por cicatrices. No puede hablar y para comunicarse hace aspavientos con las manos. 
Nació con una malformación cerebral y fue entregada por sus padres al templo para prestar servicios de por vida.
Nadia es una "chuha", una cabeza de rata. Así se conoce popularmente a las personas con microcefalia que son vendidas a las mafias locales para la mendicidad. Se calcula que en Gujrat y alrededores hay medio centenar de ellos.


Raza asegura que una noche dejaron al bebé a las puertas del mausoleo y que él la recogió y la cuida como a su propia hija. "Es un mensajero de Alá, una bendición para todos nosotros", exclama con gestos dramáticos, pero no convence.
Raza hace de mediador entre las redes de mendicidad y los padres desesperados que, a falta de recursos económicos, venden a sus hijos con discapacidad por una cantidad de entre 800 y 1.000 euros.
Según las creencias populares, las mujeres con problemas para concebir hijos iban a rezar a la tumba de Shah Daula. Pero el milagro de la fertilidad se pagaba caro y el primero de los hijos nacía con microcefalia y, como tributo, era entregado al templo.
Más allá del mito, y a solo unas calles de este centro de peregrinación, decenas de personas con esta malformación son explotadas como mendigos...


Anush Husain, director de Sahil, una organización que lucha contra la explotación infantil, va más allá y denuncia que los niños "cabeza de rata", lejos de ser un fenómeno natural, "son deliberadamente deformados por estas mafias que los recogen de bebés de sus padres".
Una vez finalizado el proceso,  los niños son vendidos o alquilados como mendigos. Aunque no hay pruebas que lo verifiquen, Husein asegura que las mafias locales utilizan "artefactos medievales" para desfigurar a los niños.  Al tratarse de un tema muy delicado, comenta el director de la ONG, "es muy difícil investigar sobre los artilugios que emplean para provocar a los bebés esta malformación".


El gobierno paquistaní prohibió hace más de 15 años que el templo de Shah Daula acogiera a niños abandonados con microcefalia. Sin embargo, "las mafias locales explotan el nombre del místico sufi para engañar a los creyentes", se quejó Husain, antes de agregar que "si estos delincuentes se acercaran al mausoleo, serían inmediatamente detenidos".
De cualquier manera, se trata de algo verdaderamente repugnante que sigue siendo nuevamente consentido por la comunidad internacional.
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